lunes, 2 de mayo de 2011

VIVENCIAS DEL PRIMER ENCUENTRO

30 DE ABRIL DE 2011 O CRÓNICA DE UN DIA INOLVIDABLE...

CARMEN BENITO. Madrid.
Reunión de antiguos alumnos de Safa y Ursulinas 25 años después, un día marcado por la emoción.
El día amaneció gris en toda España y la amenaza de lluvia se dejaba sentir cuando llegamos a Sigüenza, aunque teníamos la esperanza de que respetara nuestro encuentro para poder subir al Oasis a última hora de la tarde. Pero antes el día prometía muchas emociones…
Y así fue: la cita era a las 10:30 en la puerta del colegio de las chicas, aunque los componentes del coro habíamos pensado llegar antes de esa hora para ensayar las canciones que cantaríamos durante la misa, que oficiaría D. Pedro, acompañado de D. Antonino; semanas antes y gracias a las nuevas tecnologías, nos habíamos intercambiado correos electrónicos y llamadas telefónicas para decidir las canciones que todos encontraríais en los bancos de la iglesia y que Use se encargó de traer y repartir. La emoción del encuentro se dejaba notar en nuestras caras: besos, abrazos y hasta alguna lágrima y es que con algún@s no habíamos vuelto a tener contacto desde que estudiamos junt@s.
La misa sería el primer acto del día y estuvo marcada por la participación de varios de nosotros, y también de Esther y Cristina, en aquellos años profesoras de francés y matemáticas. El coro conjunto de ambos colegios acompañó la eucaristía, que, tras 25 años separados, demostraron que si se quiere se puede. El “A través del Tiempo”, más conocida como “Ven Sígueme”, canción con la que participaron en el año 85 en el Festival Vocacional y compuesta por uno de sus miembros para la ocasión, sirvió de colofón a este solemne y entrañable acto, en el que se recordó también a los que alguna vez formaron parte de ambos colegios, pero ya no están entre nosotros.
El siguiente paso fue recorrer los dos colegios y descubrir los secretos mejor guardados de ambos, pues en época de estudiantes pocas veces los chicos habían visitado ciertas zonas del otro colegio y viceversa. El buen ambiente reinaba y las bromas se sucedieron por parte de todos y es que el increíble día no había hecho, sino comenzar. Todavía quedaban muchas cosas por vivir, pero el hambre hacía minutos que se había dejado notar, por eso lo mejor era marcharnos hacia el restaurante “El Mesón” donde nos esperaba una suculenta comida, precedida por un coctel servido en la terraza. De momento, seguíamos sin lluvia ¿sería posible que esta vez el hombre del tiempo se hubiera confundido en sus pronósticos?
A la comida siguió una copa en la terraza y una animada conversación, mientras los anfitriones preparaban todo lo necesario para proyectar un vídeo, realizado con inmenso cariño, con todas las fotos que llegaron meses y días antes al blog. Si el día había sido emotivo, tenía que continuar y todos nos sorprendimos y alegramos de reconocernos hace 25 años o quizás más en aquellas fotos que ya habíamos visto en el blog y otras que habíamos hecho esa misma mañana y que fueron adornadas con música, acontecimientos históricos de la época, texto, poesía y alguna locución.
La tarde estaba cayendo y llegaba el momento de la despedida, al menos en el restaurante: el maestro de ceremonias fue Fermín Caballero, que, con un discurso inmemorable, nos hizo retroceder de nuevo hasta la vida en Sigüenza de nuestra época de estudiantes. Le siguieron unas palabras improvisadas y emocionadas de nuestras antiguas profesoras Esther y Cristina. La primera, a la que todo lo vivido este día le pareció “muy fuerte”, recordó de nuevo, como ya hiciera durante la misa, a los que ya no están y continuó rememorando anécdotas de la época como si de ese mismo momento se tratase; además nos contó sus dos secretos para seguir estando estupenda. Cristina, por su parte, nos dijo que a pesar de los momentos duros tras su salida del colegio, el vernos ahora, compartir y disfrutar con nosotros el día y sentir lo que la queremos, le servía para comprobar que 20 años de su vida si habían servido y mitigaba lo pasado entonces. Pero todavía quedaban emociones por vivir y sin duda, José Ignacio, encargado de cerrar el acto, lo demostró cuando la voz se quebró en su garganta y las lágrimas afloraron a sus ojos y es que estaba emocionado desde que encontró a Use en Barbatona en el 2010 y acordaron preparar este acto, que sin duda ha sido inolvidable.
Tras tantas emociones vividas, lo mejor era tomar un poco de aire, por lo que continuamos con el itinerario que nos habíamos marcado y, los que todavía quedábamos, subimos hasta el Oasis. Allí algunos intentaron repetir los ejercicios de las tablas de gimnasia de antaño, mientras otros continuaban con las bromas, los recuerdos y las fotos. Pero el día ya estaba para pocas fotografías, al menos en el exterior, porque además de que la luz estaba a punto de marcharse, la lluvia, que durante todo el día nos había respetado, quiso sumarse a nuestro encuentro e hizo acto de presencia. Era la ocasión perfecta para tomar una copa en “La Senda” (supongo que todos recordáis como habíamos bautizado a la calle donde estaban los pubs: Boris, Nerea, Ficus y Oboe), aunque comenzaríamos enfrente de La Alameda: en La Antigua. A partir de aquí y con la noche que ya había caído sobre el cielo de Sigüenza, algunos optamos por volver a casa y otros continuaron (no se sabe hasta qué hora, como en su viaje a Palma de Mallorca) disfrutando de esos 25 años en los que el destino les había vuelto a unir.
Puedo decir, que a mí, que lo viví en primera persona, me siguen faltando las palabras para expresar todo lo que sentí este día. He visto y escuchado varias veces todo lo grabado, he vuelto a ver la proyección de fotos y a cerrar los ojos para regresar a nuestra juventud, y me sigue invadiendo la emoción por todo lo que compartí con vosotros. Espero que os haya sucedido lo mismo y que este encuentro se repita en unos años porque seguro que será igual o si cabe, mucho más especial. Por último quiero agradeceros a todos el cariño y el esfuerzo, pero especialmente a los organizadores por su buen hacer y por permitirme acompañarles. Allá donde estéis os mando a tod@s un beso fuerte y un hasta siempre.
 


UNA TARDE DE INVIERNO...
   
Tengo frío. Nieva desde hace dos días.
No podemos subir al oasis; no podemos salir al patio; no podemos llamar a casa; no podemos pisar la calle.
Si me asomo desde la ventana del dormitorio veo, como títeres, a las personas que intentan mantener el equilibrio por la acera. Si me asomo desde la del estudio veo, como estatuas, los coches aparcados y cubiertos de nieve. Lo peor de todo es que aún es miércoles y todavía quedan dos días para el viernes.
Acaba de sonar el timbre y aunque sólo sirva para despertarnos de la hora que llevamos aquí sentados, antes de ir a clase, nos cambia de ubicación. El estudio es obligatorio, como el silencio.
Por el camino hacia la clase he coincidido con algunos compañeros. Tristeza. La nieve nos atrapa más de lo habitual. Aunque vamos bien abrigados, rehuimos de rincones fríos y solitarios. Algunos llevan con la misma ropa desde el lunes.
Al llegar a clase, en la segunda planta al fondo del pasillo a la izquierda, esperamos sentados en los sitios de siempre a que llegue el profe. Tal como están las calles lo tomará con calma. Viene de Ursulinas, de la clase anterior, y hasta aquí sufrirá lo suyo con la nieve y el hielo.
Mientras escribo esto me llueven papeles por arriba, por los lados me disparan con canutos y de reojo veo a algunos jugando a las cartas la partida más larga de la historia. Un compañero está en la pizarra borrando las payasadas que otro intenta escribir. Otro lanza tizas a las últimas filas. Los más tranquilos parecen no tener prisa por abrir los libros. Los más nerviosos esperan en la puerta de clase y si el profe no llega en cuarto de hora, marcharan a la puerta del cole lejos de ojos represores, encenderán un pitillo y huirán de la rutina.
Se acerca José Ignacio, me mira, se asoma a la hoja que estoy garabateando, entre risas me pregunta que escribo. Viene Expósito y me pide cinco duros, como no los llevo se marcha a hablar con Cremades. Llorente siempre tiene frío y las manos azules de frotarse en los vaqueros. Galán y Ejapa están en el pasillo, asomados a las ventanas de la clase de francés. Allí Carrero y Use atienden a Esther, dice Arturo.
Mientras nieva, anochece. Pienso en lo que haré en el recreo, tras la merienda. Hoy nos dejan jugar al ajedrez, leer o quedarnos en el dormitorio. Pienso en mi familia, en lo triste que es el invierno en Sigüenza. No podemos jugar en el patio, nos congelamos. Y por eso escribo, mientras otros estudian, piensan o leen.
Aparece don Álvaro por el pasillo, aún está lejos. Ayuso y Plaza dan la voz de alarma, todos corren a sus pupitres. Como si no hubiéremos matado una mosca en dos días, morimos por oír clemencia. Se detiene en el quicio de la puerta, olfatea el aire que acaba de rielar; se palpa la amenaza. Se sube al estrado porque sabe que desde ahí lo vemos mejor. Con las manos en los bolsillos y el jersey gris desgastado pero bien planchado, aúlla.
- Si siguen ustedes con este alboroto, no habrá R-E-C-R-E-O. Incluidos los externos. Matiza.
La puerta abierta invita a la fuga para siempre. Me muero por sacar la hoja y seguir escribiendo, pero si me pilla me la rompe. Según sale Alvarito por la puerta nos miramos unos a otros. Lora, con los ojos entornados, hace una mueca. Nos reímos los de atrás y ello provoca la atención de las primeras filas. Se rompe la disciplina. Quedan veinte minutos para las seis.
Los del pasillo acuden de nuevo a ver a los de francés. Saco la hoja, continuo con mi chuleta, Segoviano vuelve a pasear por los pupitres. Alguien grita ¡viva Cristo Rey! Porque otro lo ha borrado de la pizarra. En pleno vuelo de aviones, papeles, cartas, copos de nieve y otros ovnis, desde la puerta gritan: ¡que viene!
Como jugada ensayada clavamos la pose. Espaldas rectas, miradas tensas, brazos relajados. Don Álvaro entra y sin pedir la palabra se sienta en la mesa del profesor.
- Tengo dos noticias, una buena y otra mala. Nos dice con los ojillos azules detrás de unas lentes amarillentas. No se escucha ni el silencio.
- La buena es que mañana deja de nevar y subiremos al oasis.
Los gritos y aplausos nos desbordan; llenos de entusiasmo y deseosos de libertad reímos.
- La mala es que están ustedes castigados sin recreo, sin merienda, sin cena y si siguen ustedes sin abrir un libro la próxima media hora se convertirá en un puñetero examen.
Mientras en la calle sigue nevando, los coches no se mueven y la gente intenta no caerse mientras camina.
Hogar, dulce hogar, acierto a escribir sin que me pille...
 
FERMÍN CABALLERO BOJART.
 
En el mismo lugar 25 años después...Parece como si el tiempo se hubiese parado.


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